Habitantes del Caos

Forjando el Cuerpo de la Bruja, por Peter Grey


 

"Forjando el cuerpo de la Bruja" es la charla dada por Peter Grey en la Occult Conference en Londres, Inglaterra, el 18 de Junio del 2016.

 

Erotismo, ordalía, acciones y contacto.

Etapas en el sendero a la adquisición y conquista del poder mágico en la práctica de brujería corporal.

 

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La brujería es la obra del cuerpo, de sus procesos y sueños, un vínculo narcoléptico de lo invisible y lo palpable, palpitando aquí. Pronuncio un hechizo para pelo y sangre y piel y vena, para músculo, nervio y fascia, para carne, órgano y hueso. Mi objetivo: vestir la labor de la bruja con el cuerpo del que ha huido asustado, rechazado, o sido expulsado adolorido.

Entramos a la brujería en la infancia, suaves como cera. En encuentros con lo inexplicable que son moldeados a través de la repetición y el recuerdo. El foco está a menudo en el portal de las imágenes, de librescas actividades continuadas en los sueños. Pero quiero explorar otro aspecto; el ritmo sanguíneo de la rima, impulsado a girar vertiginosamente, cayéndose, de esconderse-cazar-luchar, de mundos que los adultos niegan, pero que nosotros actuamos en la carne. Somos en una palabra, espontáneos, y esto tiene un componente físico en la flexibilidad de nuestras fascias y la plasticidad de nuestros cerebros. Cuando privilegiamos lectura y sueños, podemos olvidar que éstos provienen del proceso del movimiento y el juego. Las puertas de cuerno que se abren a la silenciosa casa del sueño lo hacen como resultado de las experiencias vividas de nuestros cuerpos. Soñamos despiertos precisamente porque nos niegan el movimiento expresivo, ya sea anclados a una silla, atrapados por la lluvia, en un infierno urbano, o silenciados por la autoridad y nuestros pares. En la infancia experimentamos la vida como una membrana permeable, de una realidad mágica que podemos influenciar con acciones rituales. La brujería es nuestro estado natural y es una función del cuerpo en acción. La brujería es lo que realizamos con los objetos que nos son entregados por el ambiente en que nos encontramos, con la intercesión de los espíritus que están presentes, y aquellos que podemos llamar.

La adolescencia nos inunda con el poder erótico con que el que la infancia jugó. Simultáneamente nuestras redes neuronales son entrenadas en patrones fijos. Nuestros cuerpos son encajados en formas que instintivamente rompemos, intoxicadamente desparramados. La vergüenza se enfatiza. Nuestros potenciales son reducidos por una expresión casta. Hay una necesidad de ser experimentados cuando es justamente lo que no somos. Nuevos juegos ahora; navajas de afeitar y copas envenenadas y pintura de guerra y jergas cerradas, y música, y búsqueda acelerada de emociones fuertes, y amistades por las que morirías. Todas surgen de la experiencia del cuerpo; el cuerpo adolescente que está en conflicto con las formas fijas que le son impuestas y limitan su expresión natural. Éstas no son sólo el resultado de la maduración física y la individuación, sino del entrenamiento para la esclavitud resistido con lápiz labial y tragos y música y ropas y ¡ándate a la mierda! O en voz baja, introversión y autolesiones y rechazo de un cuerpo que parece fuera de control. Es un tiempo en el que buscamos, más y más, refugiarnos en una o varias identidades digitales. La adolescencia es una transición difícil, y que no ofrece una iniciación formal a la sociedad, ya que el mundo social se ha vuelto un laberinto de vidrios trizados y aislados consumidores.

Por lo tanto deberíamos reconocer, y celebrar, el poder que encontramos en la juventud, y en los actos de brujería juvenil –ya sean solitarios o con otros- que intentan dar sentido en un mundo profundamente alienante. Veo un montón de reproches cada vez que hay un nuevo pulso de energía en la brujería, estos son sencillamente los viejos tratando de proteger sus posiciones. La brujería también es acerca de equivocarse, ya sea confundir el arte tradicional con una serie de fotos de instagram, o cometer errores fundamentales acerca de hechos históricos o procedimientos rituales. Apoyo las acciones, que son exactamente cómo estos mismos supuestos mayores comenzaron basándose en un total desastre de malos entendidos. Necesitamos cometer errores, y esto puede ser difícil en una cultura de la vigilancia que recuerda y graba cada uno de nuestras faltas. Necesitamos dejar de hundir a la juventud neutralizando su potencial de crecimiento.

La adolescencia se clausura con el emparejamiento y el ascenso de las escalas sociales, facilitado por el casto cuerpo del trabajo. Un cuerpo que la escuela, la iglesia, el estado y la tecnología fuerzan. Aquellos que no pueden (o no quieren) conformarse son rechazados y empujados a otras formas de enfermedad; a menudo un limbo prescrito y medicado. A menudo la falta de poder que sentimos en nuestras vidas se transforma en una inmadurez extendida, una pendejoadultez y la brujería se vuelven un juego escapista. El fin de semana es una especie de sabbat, pero realizado con cada vez menos vigor a medida que la mediana edad avanza, los viejos tiempos se desvanecen. Todas las historias son de glorias pasadas, el momento pasó; pero no tiene que ser así necesariamente.

Mi proposición es que los brujos son des-hechos por el procesamiento social, por las constricciones que distorsionan el cuerpo de deseo y que se juegan en un paisaje de sueños perdidos. Las brujas no sólo nacen o se hacen, son des-hechas. Se retiran, por miedo y por necesidad.

La brujería moderna tiende a caer en el error cartesiano de dividir cuerpo y mente, retirándose hacia lo intelectual y despreciando la carne (esperando que se desvanezca como un mensaje de texto). Pero el cuerpo está siempre presente. Cuando la brujería reclama el regreso del Diablo, como debe hacerlo, entonces está reclamando por un regreso del cuerpo lleno de placer y vida. Este es el gran secreto. No necesitamos un satanismo de caricatura, que es simplemente Ayn Rand con tacos de stripper. Necesitamos una brujería que renegocie el pacto entre la bruja, el diablo y la carne. Una brujería que agradece el entrelazamiento de espíritu y forma.

Suficiente teoría. Hay un sendero al poder. Hay formas en que podemos utilizar los poderes que el cuerpo confiere y vincularlos a los ritmos de la vida. Para evitar los errores que nos arrebatan nuestra fuerza. Para celebrar el furor erótico que siempre ha sido condenado como brujería y que caracteriza la sexualidad femenina y la respuesta sexual femenina en particular. Esto no es fetichizar lo femenino sino afirmar hechos corporales e históricos. Jouissance [gozo] en el sentido de Cixous y no de Lacan, es la esencia de la brujería. Los hombres también pueden aprender estas habilidades, aunque esto es menos común porque la mayor parte no lo necesitan.

Además, podemos reconocer los dones de la juventud y preservarlos, recordando que la palabra para magia viene de la raíz indo-europea que significa ‘ser capaz’ y ‘juventud’. Deberíamos brillar con ello, cualquiera sea nuestra edad biológica. En vez de eso, a menudo veo a los brujos incluso más enfermos que la cultura que los rodea, tanto siendo enfermados como eligiendo los consuelos del veneno también. Si nuestra herencia es el secreto de las hierbas y la salud, ¿por qué somos indistinguibles de la mayoría obesa mórbida? ¿Por qué estamos alimentando el cáncer y la diabetes con azúcar refinada y comida industrial? Mi intención no es culpar o avergonzar, sino constatar. La gente ya es suficientemente cruel consigo misma de forma deliberada.

El cuerpo trabajador es el cuerpo sentado. El cuerpo sentado es el cuerpo esclavo. Entonces ¿Por qué la primera recomendación de tantos libros es sentarse aún más inmóvil? ¿Y si propusiéramos una brujería en movimiento? ¿Una serie de ejercicios que dieran resultados dinámicos? ¿Y si en cambio preguntáramos si podemos realizar el rango básico de movimientos humanos? ¿Y si enseñáramos que la evocación es un arte de cuerpo completo y que la voz que invoca es una voz encarnada? ¿Y si imaginamos una brujería que circula con la diversidad que la mono cultura desprecia?

¿Y si creamos una cultura que dance y cante y copule y festeje, que coma saludablemente y se mueva con intención?, podemos entonces pasar del cuerpo del dolor a una brujería corporal que se estremece con la magia de la juventud, sea cual sea nuestra edad. Una donde los estándares de belleza y fealdad y moralidad son aquellos que nosotros elegimos establecer.

El espíritu del deleite debiera infundir toda nuestra obra, un redescubrimiento del juego. Y el juego es por supuesto mortalmente serio, en cuanto explora aspectos prohibidos y reprimidos de nuestras vidas. Con esto no sugiero que la brujería sea psicología, más bien, que el conocimiento más reprimido de todos es la naturaleza del vivo mundo mágico que sólo puede experimentarse a través del cuerpo de deseo. Hemos de ejercitar el poder proyectado a través del cuerpo y desde ahí hacia las hebras de los niveles energéticos sutiles. Este es el ciclo que hemos de seguir, tan cierto como aquel de la luna. La brujería es una orgía que gotea tanto con miel como veneno mientras es interminablemente destruida y renovada.

En este ensayo deseo enfocarme en cuatro aspectos de esta obra: erotismo, ordalía, acciones y contacto. Para colocar nuevamente el cuerpo en el centro del pentáculo, como altar vivo; el sitio de poder, no de espectáculo ni de masa sudada.

 

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Erotismo

 

El poder mágico es poder sexual. Crowley entendió esto. Parsons entendió esto. Bataille entendió esto. O para ser más preciso, Laylah sabía esto, Candy sabía esto, Laure sabía esto. La brujería a veces parece olvidarlo, junto con el cuerpo, una tendencia que la tecnología continúa exacerbando. Para el retorno de lo erótico necesitamos una cultura física que nuestros cuerpos danzantes tejan y coreen a la vida.

La brujería es inherentemente erótica, con lo que quiero decir que es un constructo de sombras y luz. De elementos históricos y nuestras experiencias actuales, de verdad y mentira; como siempre ha sido. La brujería es un arte de glamour que demanda que exploremos y aprovechemos todo nuestro potencial erótico y el de otros. La brujería no es ni revista de modas, ni un módulo de estudios de género, ni una estética en particular. Expresiones modernas de la brujería que parecen valorar el estilo sobre la sustancia son mejor vistas como parte de un continuum de expresión erótica, de las poses necesarias que demanda una cultura de superficies. La brujería es una práctica con actitud, no una actitud practicada. Lo erótico es brujería si atrae no tan sólo poder, o miradas, sino que es capaz de aprovechar ese poder para sus propios fines. No estamos aquí para agradar o ser medidos en likes.

Aunque a menudo es señalado, algo engreídamente, que el cerebro es el órgano sexual más importante de estimular, se deja de lado el hecho que el cerebro es un resultado evolutivo directo de nuestra necesidad de procesar movimientos. No somos una serie de selfies sino cuerpos en movimiento. No somos un cerebro en una torre de control cuya interacción con el mundo sólo se realiza a través de nuestros pulgares. El cuerpo espera su redescubrimiento, pues la nuestra es un arte desnuda, ataviada sólo con las sombras que hábilmente proyectamos y las máscaras que exigen ser danzadas.

El tacto marca y nos transforma. Es el más erosionado de los sentidos y el más necesario para nuestra salud psicológica. El tacto es la condición de toda vida sensible, la pérdida del tacto es la muerte y como Aristóteles notó, el pensamiento mismo depende del tacto.

Aunque lidiamos con lo intangible, el tacto es algo que debiéramos desarrollar creando una serie de ejercicios para extender el rango de nuestros sentidos. No es sorprendente que la venda sea una de las tecnologías clave tanto en la iniciación como en el juego sexual. Guiar y ser guiados, cazador y cazado, son senderos en los cuales ampliamos nuestra sensibilidad a lo largo del territorio de la piel.

Junto al vendaje, la máscara ha de ser mencionada en este contexto, por la forma en que libera al cuerpo. En la máscara descubrimos movimientos y voces hasta ahora desconocidos, seres que nos colocamos como largos guantes y que articulan potenciales que los animales no han olvidado. Las máscaras pueden usarnos, tal como a menudo hacen los dioses. La venda es por supuesto la luna nueva y la iniciación, la máscara el sabbat en el plenilunio.

Lo erótico es el arte de la extensión y la anticipación del deseo. Dispara una cascada de químicos que renuevan el cuerpo. Brillamos con ello. Lo que todos los métodos de erotismo y ordalía tienen en común es el cuerpo y la función del sistema endocrino. Podemos aprovechar esto en vez de darlo por sentado, entrenando con la rigurosidad y presencia de los bailarines y los artistas marciales. Los juegos al límite de lucha o huida, de inmovilidad tónica, la excitación extendida, son la penumbra, a través de la cual somos trasnvictos. Nuestra meta es extender nuestra maestría sobre el así llamado sistema nervioso autónomo y al hacerlo, vivir más deliciosamente.

La obra de la brujería se aborda mejor si tienes un cuerpo energético trabajando. El sistema endocrino en particular necesita atención: hipotálamo, pineal, pituitaria, tiroides, timo, suprarrenales, páncreas y ovarios/testículos. A menos que tengas un método activo para dirigírtele, tu sistema está ya agravado o en declive. A menos que te estés moviendo cada día, te estás volviendo más rígido. El desafío es que la mayoría de la gente en nuestra cultura, lo cual incluye a los brujos, está fuertemente automedicada, particularmente con alcohol, analgésicos, fármacos prescritos y en un estado de inflamación crónica. Si esto no es rectificado, el erotismo se perjudica, el trabajo de ordalía se vuelve un traumatismo cerrado sobre sentidos embotados.

A la par con esto están los requerimientos del arte de las hierbas para proveernos con las piezas de construcción y apoyo para que la experiencia no sea catastrófica. No voy a entregar una herbolaria completa, pero permítanme mencionar la damiana, el trébol rojo y el ginseng como tónicos generales, así como también dos de mis preferidos y menos conocidos, amachazuru y tongkat ali. Sino estás tomando suplementos de vitamina D y magnesio te urjo a que lo hagas. Para los hombres agregaría zinc y suplemento de testosterona para los mayores de 40, junto con levantar pesos pesados, éstos son mucho más efectivos para mantenerse vital que evitar la eyaculación. Para las mujeres, don quai, uña de gato, ashwaganda, catuaba, y por supuesto la sustancia maestra: chocolate, theobroma cacoa, alimento de los dioses. ¡Y te recomiendo consumir tu chocolate, como tu brujería, tan oscura, cruda e inadulterada como sea posible!

El rápido subidón y la subsecuente carga corporal del azúcar y las grasas cocinadas, la excesiva confianza en el alcohol como desinhibidor en lugar de como solvente para medicinas, las comidas procesadas desnaturalizadas y la muerte por sofá son las marcas de identidad de una sociedad de esclavos y de un cuerpo esclavo. Adicionalmente destrozamos nuestras glándulas suprarrenales con cafeína y colapsamos nuestros sistemas inmunes con cigarrillos. Este abordaje tóxico tiene algunos beneficios a corto plazo, pero finalmente nos agota. El exceso de energía en la juventud puede llevarnos a despliegues autodestructivos. No estoy promoviendo la abstinencia, sino una extendida embriaguez de los sentidos.

¿No sería mejor si nos estiráramos como felinos? ¿Si la brujería bebiese del caldero de la medicina y la salud? ¿Si reconociéramos que requerimos un sostenido y sostenible trabajo energético? ¿Si al involucrarnos en el trabajo de los venenos pusiéramos la misma atención en la recuperación? Pregúntate a ti mismo: ¿Qué tan potente es tu respuesta erótica? Pregúntate luego ¿Qué tan potente puede llegar a ser?

Encuentra una práctica física que ames. Haz del cuerpo tu arma mágica de elección para la realización de la brujería. Mantente extendiendo y retrayendo tu poder como garras de gato. Es un misterio lunar el que obramos, y nos otorga poderes aparentemente sobrenaturales. Lo erótico no es lineal, esto vuelve a la brujería femenina, cualquiera sea nuestro sexo biológico. Nos enseña a sostenernos desde el tiznado kohl del anochecer hasta el sonrojado rosa del día. Hace de nuestra brujería un arte de cuerpo completo en el campo de la carne a través de nuestros secretos interiores que la venda y la máscara revelan.

 

 

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Ordalía

 

Lo erótico es sutil, pero poderoso, lo que no puede ser ignorado es que también es atemorizante y transgresor. Requiere al Diablo, al que algunas lecturas feministas de la brujería pueden querer eludir. No quiero decir con esto que la brujería requiera necesariamente de un hombre, o que no pueda realizarse a solas. Ni tampoco que requiera un falo, aunque esto sea ‘tradicional’, ni que tiene que estar vinculada a un ser biológicamente masculino Lo que requiere es que suscite una respuesta total del cuerpo. A su vez tal respuesta requiere resolución física en orgasmo, lágrimas, temblores, o sensación contundente; en lo cual visualizo un reseteo de traumas, no un agregado de capas de más disfuncionalidad. Las espinas de la ordalía nos conducen hacia una inescapable presencia del momento. Nos piden que profundicemos en el deseo, para encontrar el cuerpo incivilizado que el Estado y la Iglesia y la sociedad condenan. Tal trabajo está vinculado al reino de la ordalía que naturalmente sigue al sutil estado de preparación de la exploración erótica.

Regresando a los pánicos sobre la brujería podemos preguntar ¿Por qué era tan atrayente? La respuesta es un poco inquietante: porque nos gustaba. Porque el espectáculo público, como el de los exorcismos en las Catedrales, era un espectáculo erótico. Aún nos excita el teatro de la tortura, de la interrogación y de la ejecución. Tal confesión interrumpe la historia de nuestros seres civiles, tan ciertamente como desarticula el cuerpo. Sin embargo, si vamos en busca de poder necesitamos entonces confrontar tales terrores dentro del constructo del ritual. El sexo no es un lugar para lo políticamente correcto; la máscara social es reemplazada por el nocturno y peligroso animal del deseo.

Podemos tomar la metodología de la tortura, el teatro de la tortura, el uso de posiciones de tensión autoregulada, y similares, que desafían nuestras respuestas, pero no causan heridas. Al entender el uso de los estímulos que las artes eróticas nos enseña, podemos guiar y ser guiados más allá hacia los misterios del cuerpo. La fórmula de la ordalía es la de la penetración, una inescapable intimidad que nos fuerza a confrontarnos en lugar de huir de nosotros mismos.

El erotismo abarca el ciclo, pero la ordalía es obra menstrual y de luna negra. Para aquellos que no menstrúan, el precio mínimo a pagar es sangre, aunque fuese sólo un pinchazo. El ritual no es simplemente habladuría a la luz de las velas, tiene un componente físico. El Diablo es un duro capataz, como lo es la Reina del Sabbat.

Y aquí está el indicador: Si tal o cual juego ritual no resulta en poder, entonces se trata de mero fetiche; como Maya Deren descubrió en la guarida de William Seabrook, por ejemplo, o puede degenerar en brutalidad sin sentido. Ni la mujer ni el hombre es un agujero, tenemos agencia aún sobre los actos de amorosa sumisión. No tengo ningún problema con la búsqueda del placer. El BDSM, por ejemplo, comparte muchas de las formas externas y herramientas, pero lo que distingue la brujería es nuestra orientación interna; el territorio que sueña y por el cual es soñado.

La ordalía es fundamental en una Brujería corporal, como lo es en el chamanismo. Hemos de dotarnos de los métodos, observar y aprender cuidadosamente los matices de los instrumentos rituales. Pero no debiéramos enfocarnos exclusivamente en el pelo de caballo, el olor del cuero, el diente de la cuerda. Más bien deberíamos recordar que las herramientas son formas exteriorizadas de la realidad del cuerpo. Son herramientas sagradas en el sentido en que delinean y acarician los contornos del cuerpo que viaja entre mundos, lo hacen tangible.

Ordalía implica duración, ser capaz de soportar más allá de los límites que te has puesto a ti misma, y que te han impuesto. Sin esto, no hay iniciación, no hay revelación del misterio. Una ordalía puede ser auto-orquestada, pero se experimenta mejor con un agente externo. Aunque el Diablo preside tradicionalmente sobre esta tarea con látigo y tridente, en el fondo debes dominar tus propios tormentos; nadie más lo hará por ti. En este sentido, la bruja nunca ha sido posesión del diablo; aunque éste buscará convencerte de ello. ¡Caveat Malefica! ¡Ten cuidado bruja!

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Acciones

 

Un término alternativo para las obras de brujería es ‘acciones’, esto es en lugar del ‘experimentum’ de los grimorios, o los ‘trabajos’ de la magia ceremonial. Esto comprende tanto el movimiento como la suspensión del movimiento, lo cual implica los ritos de luna llena y los de luna negra. La acción es tan cinética como el látigo, tan fluida como la danza, tan simple como persignarse y pronunciar un hechizo.

La brujería es la exploración de los estados extremos, y estos provienen del uso de la tensión dinámica. Por lo tanto hemos de convertirnos en individuos altamente plásticos, capaces de extender nuestros crepúsculos en la encrucijada de los mundos. La luna nueva es tiempo de constricción, de enrollar el espiral firmemente, un enroscarse de la serpiente lunar, para que pueda nuevamente crecer gloriosamente.

La luna negra es un tiempo de introspección, de sensibilidad incrementada, de peligro y sangre, de reclusión. Este estado puede ser asociado a la inmovilidad tónica de la respuesta presa-predador y de la negociación entre cazador y cazado. Una forma ideal de acción para luna oscura es el encordado, como se simboliza en la faja, la liga, el cíngulo o la medida. Es un método de retornar el cuerpo a sí mismo a través de un envolvimiento gradual que requiere de una sensibilidad erótica, una sensibilidad al proceso, que entrega mayor utilidad mágica que otros métodos de restricción. Podemos explorar la transición desde la libertad hasta estar atados en una ‘cuna de brujas’. La paradoja de la cuerda es que al sujetarnos nos permite soltarnos más libremente. Es un método de vuelo, par excellance, el reflejo de la danza que nos eleva en la luna llena. La lección de la sumisión es una parte esencial de autoconocimiento en el sendero al poder personal. Lo repito, no es una pérdida de agencia, más bien es aprender a dejarse ir, un proceso que con amorosa asistencia puede lograrse mejor. El cuerpo es montado para permitirle aprender a montar.

Aunque puedas pensar que esto es simple perversión, el cuerpo inmóvil y su relación con el sueño ha sido tema de investigación. Fue Rorschach, más famoso por sus manchas de tinta, quien demostró la directa correlación entre rigidez y sueño vívido. Hacemos exactamente esto en nuestras acciones, pero otorgándoles un nacimiento deliberado. Así que aquí tienes un simple consejo, si deseas recordar tus sueños al despertar, quédate quieto y repásalos. Moverte disipará tu poder de recordarlos.

Para dar un ejemplo histórico, uno que he citado anteriormente, pero que citaré de nuevo: en los juicios a las brujas una mujer que había padecido la garrucha le dijo a los inquisidores que fueron ellos quienes le enseñaron a volar. Aquí tenemos nuestra máxima, que la brujería fue parida en los calabozos, y así volvemos las armas del enemigo en su contra. No tenemos miedo de tal inversión.

Para dar unos ejemplos personales. He preparado mi cuerpo con cuchillo y agujas y ganchos, lo he colgado tanto de árboles como de cavernas en el inframundo. Lo he sometido a penetración, he sido cortado y he sangrado. He deletreado mi intención a través de mi piel con tinta indeleble. He sido marcado: el tatuaje como una forma de armadura mágica y una forma de reconocimiento en el otro mundo. Me he aventurado a lo salvaje y oscuro, llamado a espíritus que contestan, y es por esto que puedo hablar de brujería. Mi cuerpo de género masculino ha pasado tales procedimientos, y aunque esto no me hace una mujer y no deseo que lo haga, sí significa que he sido descrito y reconocido como una bruja.

Lo que la acción ritual es capaz de hacer es combinar una batería de técnicas para facilitar una respuesta guiada total del cuerpo. Así el iniciado en la brujería tradicionalmente hace una apelación, ‘¡Diablo, sé mi Dios!’, firma su consentimiento en el libro, es vendado, atado y azotado, pinchado o penetrado por un otro enmascarado que toma el rol del Diablo y es regalado con el ungüento. La bruja se amplifica gracias a la oscuridad de la ordalía, para poder romper el amarre, desde detrás las nubes, en total posesión de su poder. Entonces puede ensayar con confianza una vez más, de vuelta al amparo de la oscuridad. Así tenemos, en la brujería operativa, los aspectos gemelos, el oscuro Satán y el brillante Lucifer, descenso y ascenso, Ereshkigal e Inanna, y todas las tonalidades intermedias. Las polaridades son necesidades que buscamos en toda su posible extensión, pero son el resultado de un incesante y matizado flujo y reflujo.

Así llegamos al aspecto final, el del contacto.

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Contacto

 

El contacto es la prueba personal de la brujería. El contacto primero con uno mismo en un nivel de comprensión más profundo que el que el estado mundano y sus filtros psíquicos permiten rutinariamente. Aquí está la conquista del poder en el cuerpo a través del autoconocimiento erótico. El contacto es secundariamente establecido con el otro, en la gracia de la acción ritual, la mutua interdependencia y la comunicación fluida entre eros y thanatos. En la ordalía la oscuridad revela su presencia encubierta. La transformación no es simplemente la del cuerpo atado, sino que puede implicar al iniciador también. Estas son consideradas acciones propias de luna negra. La iniciación es aquí el encuentro con el poder.

A continuación, viene el contacto con el espíritu o espíritus, trabajo grupal, eventos típicamente de luna llena, usando los cuerpos como vasijas cuidadosamente preparadas para soportar la carga del contacto. Se puede leer en cierto sentido sobre esto en Génesis 6:2: ‘Los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas’, por lo cual podemos deducir que los espíritus pueden ser atraídos, seducidos, a congregarse en el suelo del Sabbat. La metodología aquí es aquella de la endemoniada más que la del mago de los grimorios cuya relación se establece a una distancia menos íntima; la bruja es la vasija de metal [brazen vessel], la dueña de las mansiones de la sangre.

Aquí he entregado libremente los métodos de iniciación que llevan a la profecía, la posesión, el vuelo, la transformación y todos los poderes que son prometidos en el arte de las brujas. He hablado del cuerpo como sitio de poder. Cuando examinamos el registro, encontramos constantemente, la venda, el azote, la cuerda y el ritual. Estos no pueden excluirse como agregados masónicos, son portales fisiológicos al éxtasis cuando son aplicados con rigor y no como símbolos vacíos. Me he referido a estos como un método de un proceso escenificado a través del erotismo, la ordalía, la acción y el contacto.

Y aquí está la advertencia: la clase de brujería que discuto puede ser usada como excusa para el abuso. Para ejercer poder sobre el aspirante en lugar de liberarse. Para la explotación sexual en lugar de la liberación. Esto no vuelve anatema a la técnica. Encontramos los mismos peligros en nuestra vida cotidiana, con la juventud como presa inevitable para quienes buscan sexo, dinero y poder. También encontramos a nuestros iniciadores e iniciaciones con muchos disfraces, pueden no tener un capítulo o haber escrito un libro pomposo para atraerte, pueden ser amantes, abusadores, extraños o espíritus, o incluso tus propias manos que se volvieron extrañas a ti mismo. La brujería encontrará un camino, pero ha de pasar a través de tu cuerpo primero.

 

 

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Traducción Juan Verde & Shihab Alen


Fuentes

http://scarletimprint.com/2016/06/forging-the-body-of-the-witch/ 


Enviado por: Juan Hong Meng

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Tags:

brujería cuerpo erotismo ordalía


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